La vaginitis es una
inflamación de la pared mucosa de la vagina, que normalmente se acompaña de
afectación vulvar, por lo que es más común hablar de vulvovaginitis.
La vaginitis es uno de los
problemas ginecológicos más frecuentes durante la infancia y la adolescencia.
Además, se diagnostica en más del 25% de las pacientes que acude al
especialista por problemas ginecológicos, y se estima que el 90% de las mujeres
padece algún tipo de vaginitis a lo largo de su vida.
Puede deberse a una causa
específica, pero hasta en un 10% de los casos no se puede establecer el origen
de la afección.
El flujo vaginal normal es
blanco, heterogéneo y carece de olor; cualquier cambio en las características
del mismo puede indicar la presencia de una vaginitis infecciosa.
Factores de riesgo de la vaginitis
· Inmunodepresión. Esto puede hacer que
proliferen diversos microorganismos en la flora vaginal.
·
Tratamientos prolongados con antibióticos de
amplio espectro y corticoides.
·
Toma de anticonceptivos orales.
·
Embarazo.
·
Diabetes. La infección provocada por candida
suele recidivar en pacientes con diabetes mal controlada.
·
Obesidad.
·
Usar ropa muy ajustada.
·
Tabaquismo.
Causas de vaginitis
Las siguientes situaciones
pueden ser causa de vaginitis:
Infecciones: una
infección es la causa de la mayoría de las vaginitis en mujeres adultas, y
normalmente son debidas a bacterias, aunque también pueden ser ocasionadas por
otras causas como virus u hongos. Las más comunes son la candidiasis y la
tricomoniasis.
Reacciones alérgicas: a medicamentos, materiales
utilizados en la confección de ropa interior, productos empleados para la
higiene íntima, compresas o tampones, espermicidas, lubricantes, preservativos,
o incluso a componentes químicos de los detergentes o suavizantes con los que
se lavó la ropa pueden también estar entre las causas de la vaginitis.
Traumatismos o cuerpos extraños en el interior de la vagina: esto es común en niñas pequeñas, que pueden
llegar a introducirse pequeños juguetes.
Hormonales: es común la vaginitis atrófica en mujeres
postmenopáusicas, debido a que en este período de la vida los niveles de
estrógenos descienden de forma brusca, el revestimiento interno de la vagina se
adelgaza, y el flujo normal disminuye.
Síntomas de vaginitis
Las vaginitis cursan con
picor, hinchazón y enrojecimiento de los tejidos. Debido al intenso picor,
pueden encontrarse también lesiones de rascado en la vulva. Estos síntomas se
acompañan también de una secreción vaginal extraña denominada leucorrea, que será
diferente dependiendo de la causa de la enfermedad:
Una infección bacteriana
produce una secreción blanca, gris o amarillenta, con un olor semejante al del
pescado, que se intensifica tras el lavado con jabón, al disminuir la acidez
vaginal, lo que favorece la proliferación bacteriana.
En el caso de una infección
por candidiasis, la leucorrea es blanquecina, de gran viscosidad y con grumos
(suele decirse que tiene aspecto de yogur).
En una tricomoniasis, en
cambio, la leucorrea es muy abundante, muy maloliente, de color
verde-amarillento y espumosa.
La paciente puede sentir
incluso dolor al orinar (disuria), dolor o irritación durante el coito
(dispareunia) y dolor abdominal.
La vaginitis atrófica se
manifiesta simplemente con una mucosa vaginal seca e inodora y dolor durante el
coito.
Los síntomas de vaginitis,
resultan muy molestos, y en algunos casos pueden presentarse algunas
complicaciones leves, como la sobre-infección de las lesiones de rascado que
hayan podido producirse en la vulva o en las zonas inferiores de la vagina.
Diagnóstico de vaginitis
Para diagnosticar si existe
o no vaginitis, en primer lugar el médico debe proceder a la exploración física
de la paciente, observando la distribución del vello, la presencia de lesiones
de rascado, y las características de la leucorrea.
Cuando se trata de niñas
pequeñas se debe comprobar también si hay cuerpos extraños en el interior de la
vagina. Es necesario introducir un espéculo en la vagina de la paciente para
ver qué aspecto tiene la mucosa cervical.
Citología de Papanicolau
Esta prueba recoge células
de varias partes del cuello del útero de la paciente para estudiarlas al
microscopio. Más que una técnica diagnóstica, la citología cervical es una
técnica de diagnóstico precoz para detectar una infección causada por el Virus
del papiloma humano (VPH). Determinación del pH vaginal: lo normal es que sea
de 4,5. La elevación o descenso de esta cifra puede orientar al médico hacia
alguna de las causas antes mencionadas.
Prueba de aminas
El exudado vaginal se mezcla
con una disolución de hidróxido de potasio (KOH). Esta prueba es positiva
cuando dicha mezcla hace que se produzca mal olor. En el caso de una infección
por candidiasis esta prueba es negativa.
Determinación de “clue cells” o células clave
Se toma una muestra del
líquido vaginal y se observa en el microscopio. La presencia de este tipo
específico de células es altamente sugestivo de que se trate de una infección
bacteriana.
Cultivo de la secreción vaginal
Se realiza en distintos
medios para descubrir qué microorganismo es el causante de la infección. En la
práctica clínica, esta prueba no suele realizarse de manera rutinaria porque
puede haber falsos positivos y, en muchas ocasiones, se puede determinar la
causa gracias a las manifestaciones clínicas y las pruebas anteriores.
Ecografía
Si se sospecha la presencia
de cuerpos extraños y no logran verse con la simple inspección física puede
realizarse una ecografía para ver mejor el interior de la vagina.
Tratamiento de la vaginitis
Es muy importante determinar
el origen del problema para establecer un tratamiento adecuado capaz de
eliminar los factores desencadenantes de la vaginitis.
Si se debe a un objeto
extraño alojado en la vagina debe extraerse con cuidado de no dañar más las
paredes vaginales. En estos casos puede ser necesario romper, si es que no se
ha roto ya al introducir el objeto, el himen de la niña.
Si la causa es una alergia a
algún producto químico de uso personal es imprescindible averiguar cuál es el
responsable para dejar de usarlo. Además, se pueden administrar
antihistamínicos como loratadina, ebastina y cetirizina.
A las mujeres que sufren de
vaginitis atrófica durante la menopausia su médico les puede prescribir una
crema de uso tópico rica en estrógenos, que se aplica por las noches, antes de
dormir. Es recomendable que utilicen lubricantes con mucho agua para evitar el
dolor durante el coito.
La infección por tricomonas se trata con metronidazol. En estos
casos es importante tratar también a la pareja sexual para prevenir posibles
reinfecciones y evitar problemas en el varón. Esta medicación no debe usarse
durante el embarazo, ya que puede dar lugar a malformaciones en el feto.
Las candidiasis se tratan
con fármacos como el ketoconazol, fluconazol y clotrimazol. Suelen pautarse en
forma de tres óvulos de liberación nocturna. Las mujeres notan una clara
mejoría de los síntomas ya desde la primera noche de tratamiento. En este caso
no es necesario tratar a la pareja, ya que no causa alteraciones importantes en
el varón.
Los síntomas generales como
el dolor abdominal y la dispareunia, se pueden controlar con cremas hidratantes
y analgésicos comunes como ibuprofeno o paracetamol. Aunque en realidad estos
síntomas suelen ir disminuyendo paulatinamente al controlar la enfermedad.
Prevención de la vaginitis
Las siguientes pautas te
ayudarán a prevenir la vaginitis:
Es aconsejable vestir
prendas que no opriman y permitan la transpiración, y cuidar la higiene íntima
utilizando productos que no irriten la piel ni alteren el pH vaginal.
Los desodorantes íntimos y
los productos perfumados (papel higiénico, jabones...) pueden causar alergia,
por lo que es mejor no utilizarlos.
Se deben evitar las duchas
vaginales porque pueden irritar y provocar sequedad.
La zona perineal debe
limpiarse siempre de delante hacia atrás para evitar el contacto con gérmenes
procedentes del ano. Es importante enseñar a las niñas a hacerlo correctamente
y acostumbrarlas desde pequeñas a lavarse las manos antes y después de usar el
inodoro.
Es necesario lavarse las
manos y los genitales antes y después de mantener relaciones sexuales.
Consultar al ginecólogo
cuando se observen cambios en el flujo, si se presentan sangrados fuera de la
menstruación, o si se aprecia irritación, sequedad, picores, o cualquier signo
inusual.
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