viernes, 20 de marzo de 2015

CÁNCER DE PULMÓN




El cáncer de pulmón es la primera causa de muerte por cáncer en hombres y también es frecuente en mujeres, aunque por detrás del cáncer de mama, el de colon, y otros cánceres ginecológicos. Por desgracia, aproximadamente el 85% de los pacientes fallecen cinco años después de ser diagnosticados.
Más del 80% de los casos de cáncer de pulmón derivan exclusivamente de la exposición al humo del tabaco. Todo ello indica que a pesar de su alta mortalidad es uno de los cánceres más evitables. Sin embargo, aunque el tabaco es el principal responsable de la aparición de esta afección, cualquier persona puede desarrollar un cáncer de pulmón.

En los últimos 30 años han sido muchas las campañas contra el tabaquismo, y esto, junto al desarrollo de nuevos tratamientos, ha contribuido a que disminuya notablemente el número de hombres muertos por cáncer de pulmón. Por el contrario, el número de mujeres con cáncer de pulmón ha aumentado, debido a que hay más mujeres fumadoras que antes.

Causas del cáncer de pulmón


Los pulmones son unos órganos que están formados por muchos tipos de células. Las más numerosas son las células epiteliales, que traspasan el oxígeno a la sangre, pero también hay células hormonales, musculares y fibrosas para el soporte.

La inmensa mayoría de los cánceres de pulmón se originan a consecuencia de la inhalación de sustancias cancerígenas que se encuentran en el humo de los cigarrillos. Estas sustancias entran en contacto con las células del pulmón, y son capaces de alterarlas de manera que comienzan a multiplicarse sin control, formando así un acúmulo de células malignas que se conoce como tumor (también bulto, lesión o nódulo). El tumor provocará complicaciones en el propio pulmón, y además puede que algunas de esas células malignas pasen a la sangre o a la linfa y se repartan por otras zonas del cuerpo humano, dando lugar a las llamadas metástasis.

Por todo ello, y a pesar de que no todos los cánceres de pulmón se deben exclusivamente al tabaquismo, hablar de cáncer de pulmón es hablar de tabaco. En general, el riesgo de un fumador de padecer cáncer de pulmón es 13 veces mayor que el de un no fumador, y en el caso de la exposición pasiva al tabaco (“fumadores pasivos”) el riesgo es 1,5 veces mayor que el de una persona no expuesta.

Existe una relación directa entre la muerte por cáncer de pulmón y la cantidad de cigarrillos fumados durante una determinada cantidad de años (se mide por número de “paquetes diarios-año”); de esa manera, una persona que haya fumado más cigarrillos durante más tiempo tendrá más riesgo que una persona que haya fumado menos durante menos tiempo. También es importante señalar que, en igualdad de condiciones, las mujeres tienen más riesgo que los hombres de sufrir cáncer de pulmón. Cuando se abandona el tabaco, el riesgo de padecer cáncer de pulmón disminuye con el tiempo y se acerca, pero nunca se iguala, al de una persona que nunca ha fumado.

Como se ha comentado, algunos cánceres de pulmón no se deben al tabaco. Hay un importante componente genético en algunos tipos de cáncer pulmonar; es más evidente en mujeres que en hombres y aumenta mucho el riesgo de cáncer de pulmón en algunas familias, aunque no lo determina irremediablemente. Otro factor ambiental es el asbesto, un componente que era habitual en fibrocementos, y cuyas fibras eran inhaladas, siendo altamente cancerígenas. Por este motivo, en la actualidad este tipo de fibrocementos requieren intervención especial en su desmontaje.

Tipos de cáncer de pulmón


Hay varios tipos de cáncer de pulmón. Es clave poder identificar qué tipo de cáncer padece el paciente, ya que el tratamiento y el pronóstico son radicalmente diferentes entre ellos. En primer lugar, se pueden dividir los tipos de cáncer en dos grandes grupos:

Cáncer de pulmón de células pequeñas: también se llama cáncer microcítico o en “granos de avena”; representa el 10-15% de todos los cánceres de pulmón. Este tumor suele encontrarse en la parte más central de los pulmones y es el más agresivo de todos; casi siempre invade partes del cuerpo humano muy lejanas de los pulmones. Además, es capaz de provocar síndromes paraneoplásicos, es decir, puede sintetizar hormonas y otras sustancias que provocan alteraciones a nivel neurológico, endocrinológico, etcétera.

Cáncer de pulmón de células no pequeñas: se engloban en este grupo distintos tipos de cáncer que se asemejan en su tratamiento y pronóstico. Se puede distinguir cada tipo por sus diferencias celulares microscópicas, es decir, por las diferencias de sus células al microscopio.

Adenocarcinoma: este tumor se encuentra en la periferia del pulmón y no tiene una relación muy estrecha con el tabaco. Es típico de mujeres, no fumadores, y se relaciona con antiguas cicatrices en el pulmón (por ejemplo, por una neumonía o por antiguas cirugías). Se puede diseminar a través de la sangre, así que sus primeros síntomas muchas veces no tienen nada que ver con los pulmones.

Carcinoma epidermoide o escamoso: es un tumor que surge en el centro de los pulmones y es el más relacionado con el tabaco. Es cada vez menos frecuente en los hombres, pero aumenta el número de casos en las mujeres. Cuando se diagnostica, en la mitad de los casos no se extiende más allá del tórax.

Carcinoma de células grandes: son variantes de los dos anteriores. Como su nombre indica, las células tienen un tamaño mayor al habitual.
Otros tipos de cáncer de pulmón a tener en cuenta son el mesotelioma, que es un tumor benigno o maligno de la pleura que recubre los pulmones, y distintos tipos de tumores benignos, que no tienen complicación alguna, como son los hamartomas y adenomas. Tampoco se debe olvidar que los pulmones son un lugar frecuente de metástasis de otros tumores que pueden aparecer originalmente en otros órganos.

Síntomas del cáncer de pulmón


Sólo al 5-15% de las personas se les detecta un cáncer de pulmón sin síntomas, normalmente al realizarles una radiografía de tórax de rutina, así que la gran mayoría de las personas tienen síntomas cuando se les diagnostica el cáncer y, a veces, la enfermedad está bastante avanzada. Los síntomas más frecuentes en una persona con cáncer de pulmón son los siguientes:

Tos: por compresión de los bronquios o la tráquea; es el síntoma más frecuente en el cáncer de pulmón. Un cambio brusco en el tipo de tos de un fumador mayor de 50 años puede ser suficiente para que esté indicada una radiografía de tórax.

Hemoptisis: toser sangre, cuando el tumor provoca una herida abierta en la luz de las vías aéreas. Hay que tener en cuenta que la primera causa de hemoptisis no es el cáncer de pulmón, sino una infección respiratoria (por ejemplo, por tuberculosis).
Pitos, dificultad al paso del aire, neumonías de repetición... (todo por obstrucción de las vías aéreas bajas).
Dolor torácico y dificultad para inspirar aire: por afectación de la pleura y las costillas a causa del tumor.

Derrame pleural maligno: líquido entre las costillas y el pulmón que impide que los pulmones se puedan expandir correctamente.
Además de estos síntomas comunes, el cáncer de pulmón puede afectar a otras zonas del cuerpo humano según su localización. Así, también se pueden encontrar trastornos de disfagia, es decir, dificultad para tragar por compresión del esófago, o al comprimirse alguno de los nervios internos se puede provocar ronquera o afonía por parálisis de las cuerdas vocales, dificultad para respirar por parálisis del diafragma, caída del párpado, debilidad de un brazo, etc. También pueden afectarse las grandes venas internas, provocando que la sangre de la cabeza no retorne al corazón correctamente y se produzca una hinchazón de la cara y el cuello.

Cuando el cáncer está más desarrollado, el paciente comienza a perder el apetito, pierde peso y sus defensas disminuyen. La fiebre también es una manifestación del cáncer, así como alteraciones analíticas que se pueden apreciar en análisis de sangre.

Diagnóstico del cáncer de pulmón



Un diagnóstico temprano de la enfermedad puede evitar que el cáncer de pulmón se haya extendido demasiado y resulte incurable. Para ello se necesita una alta sospecha clínica y la ayuda de pruebas complementarias.

Clínica: se debe estar alerta ante la aparición de tos que no cesa u otros cambios bruscos en las vías respiratorias; esta alerta es de especial importancia en fumadores o ex-fumadores. El médico debe informarse sobre el número de paquetes diarios-año que consume el paciente para así conocer cuál es el nivel de su riesgo.

Radiografía de tórax: es capaz de detectar pequeñas manchas y lesiones hasta dos años antes de que aparezcan síntomas.
TAC: la tomografía axial computerizada realiza imágenes del tórax en cortes, y ayuda a ver el tamaño del tumor y si afecta a órganos vecinos.

Broncoscopia: se realiza una vez localizado el tumor y si este se encuentra cercano a un bronquio. Consiste en introducir una cámara con unas pinzas que toman muestras del tumor, para realizar un análisis al microscopio y poder diferenciar qué tipo es; de esta forma, se puede decidir cuál es el mejor tratamiento.

Citología de esputo: es un método menos invasivo que el anterior. Consiste en realizar un análisis al microscopio del esputo del paciente para buscar células malignas. Se realiza cuando hay sospecha previa de cáncer de pulmón.

Toracocentesis: punción del tórax para extraer líquido del derrame pleural, si lo hay, y buscar al microscopio células malignas.

Biopsia a cielo abierto: cuando el tumor no resulta accesible por broncoscopia y se encuentra en la periferia del pulmón, se puede realizar una biopsia haciendo una pequeña apertura al tórax desde el exterior.
Prevención del cáncer de pulmón



Desgraciadamente no hay una prueba de rutina que sirva para detectar el cáncer de pulmón, como lo es la mamografía en el cáncer de mama. Se han realizado estudios con la radiografía de tórax, pero no han dado buenos resultados en la detección del cáncer, además de aportar radiación innecesaria.

Por ello, la única prevención posible del cáncer de pulmón es evitar la exposición a sus desencadenantes ambientales, siendo el principal de ellos el humo del tabaco. Abandonar el tabaco es la única forma de evitar una enfermedad que, en la mayor parte los casos, acaba con la vida de los que la sufren. Es por ello que los médicos están comprometidos a ofrecer toda su ayuda a los fumadores que están motivados para dejar su hábito.

Sin embargo, conseguir abandonar el tabaco es realmente difícil, ya que la adicción física y psicológica a la nicotina es muy fuerte. Hay diversos métodos para ayudar a los fumadores, entre los que se incluye el asesoramiento, la terapéutica conductual, la restitución de la nicotina (chicles, parches, inhaladores) y ciertos medicamentos (bupropión). Sin embargo, solo se consiguen buenos resultado en el 20-25% de los pacientes, por ello lo mejor es no empezar a fumar.


Hay que tener en cuenta, además, que la exposición al humo del tabaco no se da solamente en fumadores, ya que son muchas las personas que inhalan el humo del tabaco no habiendo elegido fumar. Ahí es cuando la sociedad interviene para evitar el perjuicio que supone sobre la salud de la población, y se implantan legislaciones que promueven un ambiente sin humo.

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